Día a día, con mucho esfuerzo, se abre camino la idea de que la formación científica desarrolla la democracia. Claro que no hay que saber mucha Física para ser un demócrata.
Pero si es verdad que "la racionalidad y el antidogmatismo consustanciales al pensamiento científico están en la base misma del proyecto democrático".
Sustraerse al poder hipnótico de los mitos para buscar las respuestas –y las preguntas– en la propia naturaleza fue el primer paso hacia la libertad, que empieza necesariamente por la libertad de pensamiento.
Ofrecemos a nuestros lectores un interesantísimo trabajo de un grupo de científicos de la Uniersidad de la Laguna, que hemos publicado con el título Ciencia y pseudociencias, dirigidos por la doctora Inés Rodriguez (hoy directora del Museo de la Ciencia, de Valladolid), con prólogo de Manuel Toharia.
Muchos hombres y mujeres pensaron, tras el auge de la Ilustración hace unos siglos, que la irracionalidad, el oscurantismo, la religión, la superstición, etc. tenían los días contados. La «Diosa Razón» y la nueva Ciencia expulsarían esos demonios de las mentes de los seres humanos de una vez por todas.
Ha pasado ya mucho tiempo desde entonces, y quienes vivimos en el siglo XXI hemos comprobado que aquellas expectativas nunca se cumplieron.
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